Se dice que un suelo tiene una buena textura cuando la proporción de los elementos que lo constituyen le dan la posibilidad de ser un soporte capaz de favorecer la fijación del sistema radicular de las plantas y su nutrición (Rucks et al. 1994). El cultivo de frijol voluble se desarrolla de manera adecuada en suelos franco-limosos y franco-arcillosos, bien drenados y profundos, que permitan un buen desarrollo radicular (Cámara de Comercio de Bogotá, 2015).
A partir del Estudio general de suelos y zonificación de tierras del departamento de Cundinamarca (2000), para la calificación de la textura se analizaron los porcentajes de A, L y Ar de cada horizonte, se ingresaron estos valores al triángulo textural para determinar de esta forma la clase textural de cada horizonte, una vez obtenida, se procedió a establecer la familia textural, su determinación consiste en sacar el promedio ponderado de los porcentajes de A, L y Ar de los horizontes entre 0 y 40 cm de profundidad y ubicarlo dentro del triángulo de familia texturales, criterio que se considera válido para suelos minerales; seguidamente se calificó cada unidad de suelos, dependiendo inicialmente de la familia textural con mayor porcentaje de participación dentro de la unidad. Si existían dos o más familias texturales con similares porcentajes de participación dentro de la unidad se calificaba por la familia textural más limitante según la variable.