Evaluar la dimensión social y económica de un sistema productivo agropecuario, permite identificar elementos que pueden optimizar su desempeño y brindarle sostenibilidad en el tiempo, mediante procesos de toma de decisiones e internalización o externalización de factores que contribuyan al incremento de la productividad y la competitividad del sistema, que se traduzcan a su vez en mayores ingresos y utilidades para los productores y sus familias.
Las características sociales de una unidad productiva, familia, grupo o comunidad, en este caso rural, constituyen el capital que posibilita y potencializa el proceso de apropiación del medio natural, en este caso mediante una actividad productiva agropecuaria. Por su parte la dimensión económica, permite valorar en términos monetarios los flujos del proceso de apropiación e intercambio de la producción derivada de un sistema agropecuario. El análisis integrado de estas dos dimensiones da cuenta de la generación y distribución de los beneficios e impactos provenientes de las actividades productivas agropecuarias.
En el componente socioeconómico para el cultivo de fríjol los criterios de mayor importancia son el de mercado laboral e infraestructura y logística con porcentajes de 28,3 % y 25,4 %, respectivamente. El mercado laboral debido a la importancia de la mano de obra para TUT porque es un recurso indispensable para ejercer las actividades relacionadas con el establecimiento, mantenimiento, cosecha y poscosecha del cultivo, garantizando de esta forma la sostenibilidad del sistema productivo.
La importancia del criterio de infraestructura y logística en el cultivo de fríjol está relacionada con la logística para la comercialización de fríjol seco en los principales municipios productores Gutiérrez y Cabrera, en la medida en que se comercializa mediante diferentes grados de intermediación, que concentran la producción en Corabastos – Bogotá, desde donde es distribuida a municipios del departamento y a otras zonas del país. Se identifican procesos de agregación de valor que deben ser apoyados y fortalecidos para propiciar mayores beneficios económicos a los productores, ya que carecen de contactos con proveedores del segmento institucional, grandes superficies y consumidor final, además del alto costo de transporte en el que incurre el productor, debido a la amplia distancia entre los municipios y Bogotá. En cuanto a la infraestructura algunos predios cuentan con espacios en la finca destinados para el almacenamiento, limpieza y empaque del producto, por lo que es indispensable establecer un centro de acopio que favorezca la agregación de valor.
Tradición productiva y seguridad ciudadana se ponderó con los porcentajes de 15,06 % y 10,36 %, respectivamente. El primero es una innovación a la metodología propuesta por UPRA debido a que para este tipo de TUT la memoria y aservo cultural respecto al cultivo conlleva el reconocimiento de un conocimiento social tácito del sistema de cultivo que puede ser determinante para la eficacia socioeconómica. Para efectos de su espacialización se analizó en términos de área sembrada y la existencia de cultivos en los últimos 10 años. La tecnología utilizada se fundamenta en conocimiento acumulado por las familias productoras, y se complementa con la asesoría del comercial de almacenes agropecuarios presentes en los municipios (Agrosavia, 2018). La tradición productiva también está relacionada con las técnicas tradicionales de obtención del fríjol seco, que consisten en dejar secar las vainas en la planta, luego se corta y se disponen a un sitio en la finca donde se golpea “apalea o aporrea” el material vegetal con varas de madera, de esta forma se desgranan las vainas y se empacan en lonas. Aquellas vainas que aun contienen granos se llevan a un molino artesanal elaborado en madera, para continuar con el proceso de desgrane.
En cuanto a los criterios de indicadores económicos se ponderó con un valor de 7,3%, precio y tamaño de la tierra rural comparten un valor alrededor del 4%, mientras institucionalidad y condiciones de vida se ponderó alrededor del 2%. Es necesario destacar el criterio de institucionalidad, debido a que se realizaron ajustes metodológicos incorporando elementos de innovación que lleven a comprender mejor el impacto de la cobertura institucional.