Havlin et al. (2005) señala que la fertilidad del suelo es la “habilidad para suplir los elementos esenciales para especies vegetales especificas en cantidades adecuadas sin presentar concentraciones tóxicas”. De acuerdo con Belalcazar et al. (1991), en el suelo, el pH, la capacidad de intercambio catiónico (CIC) y el contenido y disponibilidad de elementos nutritivos, en forma integral determinan el estado de su fertilidad, condición necesaria para que las plantas tengan un buen crecimiento y desarrollo.